miércoles, 9 de septiembre de 2015

Conchi, tú vales mucho!



El otro día, caminando por una calle de mi barrio, vi a dos mujeres sentadas en el peldaño que daba entrada a un portal. Una de ellas tenía la frente sobre la palma de la mano, y permanecía inmóvil reposando de manera desmadejada el brazo sobre una de sus rodillas. La otra, sentada al lado, mostraba una actitud similar, aunque fumaba agitadamente y parecía un poco sofocada. Justo cuando llegué a la altura de ambas, oí cómo la de la mano en la frente le decía a la otra con voz motivadora:

- Conchi, tú vales mucho!

En ese momento no pude evitar girarme un instante y ver que Conchi, la fumadora, estaba realmente en un mal momento –las dos tenían un mal momento–, probablemente desde hacía unos cuarenta y tantos años.

La frase quedó resonando en mi cabeza, sobre todo, por el vocativo. Esa frase (que sin duda es un lugar común donde cabe de todo, desde Diane Keaton –cambiando Conchi por "Baby"– hasta un comentario despreocupado en cualquier oficina, dicho a alguien sin poner mucho interés) contenía,  dirigida a esa persona, todo el peso de decenios, de verdad y desesperanza que se pueda imaginar.




En España tradujeron "Baby Boom" ('87 http://www.imdb.com/title/tt0092605/),
que era el título original de la peli, 
(a finales de los 80, los "babyboomers" eran los llamados "yuppies") 
por "Baby, tú vales mucho". Significativo, no?


Pensé en Conchi de niña, y la imaginé sin las ojeras, sin las manos de curranta que ahora tiene, y proyectando su vida sobre los sueños más locos e irreverentes que se le ocurren a una persona que empieza. Y pensé en la ignorancia de esa pequeña Conchi acerca del mundo y sus pormenores. Pensé en qué habría sentido si se hubiera visto así, de mayor. En ese bordillo, con su amiga, tan cansada como ella. Pensé en si Conchi alguna vez tendrá dudas sobre si hay diferencias entre llamarse como ella, o Cristina o Marta, o, yendo más allá, Mencía o Leonor. 

Pienso sobre el destino de Conchi, a la que no sólo le mangonean los Manolos, o Luises, o Pacos, sino también las doñas no sé qué, que tienen apellidos dobles. Tanta gente quitándole el sitio a una, no es manera de vivir. No sólo los hombres, sino también muchas otras mujeres, que nunca, nunca están a la par. 

En esa película, Diane Keaton interpreta a una alta ejecutiva, que compite en un mundo de hombres, y por supuesto, está incapacitada para tener una vida personal satisfactoria. Bendito argumento de finales de los ochenta. Igualmente, ella enarbola que estudió en Harvard y que se lo ha "currado" mucho para tener una vida plena.

Esa violencia patriarcal que podemos ver en el argumento ni siquiera es la misma que le toca a Conchi, porque también hay clases en las violencias. La de Conchi es otra, y es la más feroz, porque Conchi le limpia la casa a las Diane Keaton en Madrid, y las de aquí no son de cine. 

Pienso en todas las Conchis, que nacieron con su nombre casi en plural, y que ahora más que nunca están siendo sepultadas no sólo debajo de los hombres, sino debajo de todo, porque son las últimas.

Pienso en el gran valor que tiene Conchi, y que sólo conoce su amiga, que se sienta con ella en un bordillo. Y la madre de Conchi, y su abuela, y todas las Conchis de todos los países del mundo.

Pienso en todas las Conchis, porque en realidad Conchi somos todas.



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